Chiqui Rojas no tiene fronteras, es uno de esos músicos venezolanos que traspasa los límites del espacio-tiempo. Me cuesta hablar de él como si no estuviera, probablemente para cambiar de plano se esfumó en un acorde, me gusta pensar que está en el cielo de los músicos haciendo lo que más ama.
No puedo decir que lo seguí de toda la vida, yo andaba tan perdida que no lo supe diferenciar hasta que su hermano Gustavo pensó que sería el ideal para la música de un proyecto ecológico que estábamos trabajando hace una década. No se equivocó.
En las mutuas presentaciones de proyectos pudimos conocernos y estas fueron mis impresiones:
Encontré en Chiqui Rojas una similitud impresionante entre su música y su persona, así como en la creación pasea del Jazz al Rock con soltura, en lo personal pasa del “chico malo” al “chico bueno” con más rapidez de la que se puede describir y sin contradicción.
Con sensibilidad profunda, un verbo cuyos toques de irreverencia quedan rápidamente opacados por la dulzura de su mirada, pasa de una parte de su personalidad a otra a velocidades extraordinarias, intentando, sin éxito, tapar la desnudez de su alma.
Como interprete logra el mismo resultado, Chiqui tiene la habilidad de pasar de un estilo al otro, sin dejar de mostrarse, poniendo en cada pieza, un poquito de su alma.
En aquella oportunidad, con más intuición que datos, logró la pieza perfecta para cumplir el objetivo del proyecto que no pude continuar por mi propia migración, pero ya había quedado enganchada y del otro lado del continente no faltaron oportunidades para incluir su música y hasta en algún momento, las invaluables fotos de Henry.
Hace un par de meses supe de su partida, pero me colgué, como si no quisiera afrontarla, hasta hoy que me encontré con SIN FRONTERAS y me movió igual que la primera vez, no creo que sea yo autoridad para hablar de la pieza, solo la siento.
Es parte de su legado musical, pero también es muestra de su capacidad de convocar y unificar talentos: escúchenla, mírenla, lean los créditos… mueve en muchos sentidos.
Ahora, en la otra parte que conformó su personalidad, su presencia física, adivino el vacío que se le genera a su gente y me sigo quedando cobardemente muda, cada vez que quiero acercarme pienso ¿Qué podría hoy decirle a Gustavo, a Luis Eduardo o cualquiera de su familia que represente un verdadero consuelo para esa pérdida? ¿Cómo se acompaña ese sentimiento realmente?
No tengo idea, es fácil decir que el simbolismo de Sin Fronteras podría alcanzar para saberle cerca, pero sé que hay un Chiqui hermano, amigo, tío, que es insustituible, que seguro le extrañan un montón y no creo que pueda yo decir nada para acortar ese proceso, solo desear que sea lo menos doloroso posible.
Agradecida de su presencia en mi vida.
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